Nicolas Sarkozy, un “jeune loup” (joven lobo) como se comenzó a llamar a mediados
de la década del 70 a una generación que se iniciaba en la política francesa a temprana
edad, en especial en las filas del conservadurismo e inspirada en el General De Gaulle, ya es presidente electo de Francia, a los 52 años. Supo formar equipos de jóvenes de derecha y se impuso poco a poco, con activa militancia, a los viejos dirigentes; proponiendo siempre cambios de rumbos con“orden y energía”. Hasta los últimos tiempos de su integración del gabinete del hoy presidente saliente, Jacques Chirac,y más en la campaña electoral, acentuaba sus diferencias con su partido conformado por conservadores o se decían de centro derecha. Le reprochaba a
Chirac (su padre político) su oposición a la política de George Bush en Medio Oriente y el propiciar la entrada de la islamista Turquía en la UniónEuropea.
El programa de gobierno propuesto en la campaña comicial de Sarkozy no deja
indiferente a nadie. Gran parte del 53 % que optó por él en la segunda vuelta se
adhiere fervorosamente a su programa de gobierno. Pero en el 47 % obtenido
por Ségolène Royal, prima el odio contra el nuevo presidente. Esto le llevó a
preguntarse: “¿Porqué me odian tanto?”.
En su primer discurso al conocerse su victoria en las urnas, proclamó: “Yo seré el presidente de todos los que residen en Francia”. El uso de la palabra “residen” en lugar de “franceses”cayó para sus opositores como una reafirmación discriminatoria entre “naturales del país” (galos puros) y los hijos de inmigrantes nacidos en Francia. Grupos de estos últimos, protagonizaron los hechos de violencia racial de fines del 2005, cuando se quemaron más de10.000 vehículos y numerosos edificios públicos,mientras él era Ministro del Interior. Superó aquella prueba y ahora promete volver a la carga.
Severidad en frentes sensibles
Nadie puede negarle a Sarkozy que es un hombre frontal y decidido a tomar medidas demagógicas deseadas por las clases altas y medias, apelando a llamados por la“grandeur” de la Francia, usando el más puro estilo de “Le Général” (por De Gaulle).Así clama por “el orgullo del ser francés”. Impondrá como una forma de “orden y respeto”, entre ellos el que los alumnos “se levanten cuando entre el profesor al aula”…
El programa del nuevo presidente contiene promesas que disgustarán a los sindicalistas: reforma del sistema de35 horas de trabajo semanal, reglar la flexibilidad laboral, eliminar los pagos a desocupados cuando rechacen dos ofertas de empleo, etc.
La prometida creación de un Ministeriode Inmigración e Identidad amenaza con medidas rigurosas y eso de “identidad nacional” algunos lo ven con matices racistas y otros agregan lo religioso.También piensa rever la legislación que permite a los inmigrantes el“reagrupamiento familiar”, es decir, el derecho de traer a los familiares de su país de origen.
En materia impositiva bajará al mínimo los impuestos sucesorios, entre otras cargas públicas.
En cuanto a política exterior aspira a“la resistencia de Europa a la globalización” y una relación más estrecha con Estados Unidos.
Disturbios anunciados y cumplidos
Ségolène Royal en su discurso de cierre advirtió que de ser presidente Sarkozy provocará violencias y desmanes en las calles. Pese a que el gobierno previó la movilización policial para impedir esas situaciones, igual se registraron incidentes con las fuerzasdel orden, que recibió impactos de “adoquines”. Se quemaron 367 autos (136 de ellos en París y alrededores). Las cifras difundidas con los hechos de la noche del lunes, el número de vehículos incendiados ya es de 730 y las detencioness on 592, con abundantes saqueos destrozos. A los inmigrantes se unen en las protestas escolares y jóvenes franceses. Esto de mencionar los adoquines hace recordar al tumultuoso mayo de 1968 con los famosos disturbios que hizo temblar al gobierno del poderoso Charles DeGaulle. En aquella oportunidad, se hizo célebre la frase de “bajo los adoquines la arena”. La consigna “prohibido prohibir” también hizo carrera.
No obstante la fama internacional de aquella “primavera”, clamando por liberalizaciones, Sarkozy se ha manifestado muy crítico de aquel hecho histórico. Lo culpabiliza de muchos de los males actuales, al punto de terminar su discurso de cierre de campaña de la segunda vuelta diciendo: “nos quedan dos días para decir adiós a la herencia de mayo del 68”.
Algo desalentador para el tercer mundo es el compromiso de mantener las subvenciones a las exportaciones, en especialde los productos del agro. Hasta ahora, nadie nunca lo dijo tan claro.
Sarkozy,de 52 años, divorciado y en malas relaciones con su segunda esposa, es un hombre de estatura inferior a la media, robusto,de escasas sonrisas y fama cultivada de duro. Suele volcar un poco hacia atrás la cabeza para destacar un desafiante mentón, que supone mostrar carácter, lo cual ha generado su comparación con Benito Mussolini, también de baja estatura. Pero no cambia su estilo soberbio y seguro, cercano al “jet set”.
Téngase en cuenta que la Constituciónde Francia (hecha a imagen y medida del poderoso General De Gaulle) le asigna al presidente las mayores poderes gubernamentales de todas los sistemas parlamentarios de primeros ministros deEuropa. Las cuestiones de defensa y relaciones exteriores están bajo su exclusivo control, como la designación de numerosos cargos de importancia. .Sus atribuciones, incluida una absoluta inmunidad ante la justicia, las conserva aunque pierda la mayoría parlamentaria. Es decir, que tiene asegurada mucha libertad para imponer su voluntad. Por una declaración diario inglés Financial Times se supo ayer que nombrará primer ministro a FrançoisFillon, un moderado, “el menos detestado del equipo”.
Es probable que el laborista inglés Tony Blair tenga razón cuando al felicitar a Sarkozy por su triunfo, habló de “una nueva generación de líderes de Europa”, aunque ello no sea una garantía de aciertos o errores.
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