EL ARTE DE CEBAR,
UNA TRADICIÓN EN EL FUTURO(Mario Aiscurri)
Era el verano de 1960. Los actores se hallaban en la amplia cocina de una chacra, en el Partido de Nueve de Julio, a uno trescientos kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Eugenio y Agustina, los dueños de casa, eran oriundos de un pueblo de serranías sobre el Río Linares, en Rioja, muy cerca de Navarra. Era el atardecer y tenían visitas. Agustina había preparado buñuelos para agasajar a sus futuros consuegros. Los contertulios gastaban conversaciones sobre temas generales y, mientras se iban conociendo y pensaban en el matrimonio de sus hijos, apuraban los bocadillos. Sobre la cocina económica, María Luisa, la hija de Eugenio había puesto a calentar agua. Cuando el agua adquirió la temperatura adecuada, preparó un mate al estilo cimarrón. Tal vez, esos inmigrantes desconocían que así se llamaba

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incitaba a hacerlo. “Paseló, don Pancho”, le decía. “Sí, sí, m’hijita, ya lo voy a pasar”. Después de un largo rato, don Pancho hizo “sonar” la bombilla. Cuando comprobó que ya no quedaba agua para beber en el recipiente, exclamó con orgullo “Me costó un poco, pero me lo pasé todito”.
Del libro Título: El arte de cebar, una tradición con futuro. Autor: Mario Aiscurri. Historiador; autor de “La Patria, un dolor que se lleva en el costado” y “¡Que vivan los perejiles!”.Visitar BITÁCORA GLOBAL
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