sábado, 6 de septiembre de 2008

Pedir perdón por ser jueza.


Matilde Zavala de González, doctora en Derecho y Ciencias Sociales, ex magistrada de la ciudad de Córdoba (Argentina), reflexiona sobre diversos temas del quehacer judicial. Aunque se mostró orgullosa de su paso por la Justicia, confesó que en determinados momentos, sintió necesidad de pedir perdón por ser jueza.
Hoy está retirada, jubilada de una actividad donde pasó 20 años de su vida, habiendo desempeñado como último cargo el de vocal de la Cámara Octava de Apelaciones en lo Civil y Comercial. Antes de ingresar a la Justicia, ejerció como abogada y también tuvo intensa actividad en la docencia universitaria.

Todo eso quedó atrás y ahora dice que es escritora, porque se ha dedicado por completo a escribir sobre temas jurídicos, una actividad que la ocupa desde hace varios años y en la que lleva 25 libros de derecho publicados, sin contar obras escritas en colaboración con distintos autores y publicaciones diversas. Su pensamiento es reconocido en Córdoba y en todo el país, siendo citado frecuentemente en trabajos doctrinarios y en sentencias.
“Quien ha sido juez –dijo– siempre conserva el perfil psicológico de tal. Sólo deja de decidir conflictos judiciales. Ningún magistrado logra jubilarse del Derecho, salvo por ancianidad o enfermedad”. Y agregó: “Así como todos juzgamos diariamente a los demás y a nosotros mismos, continúo juzgando a través de lo que escribo”. “Hay crímenes de lesa humanidad no castigados por leyes penales. Como las gotas de agua que alguien derrocha, y cuya falta hará sufrir sed a sus nietos”. Pero, destacó “sea que exista o no un dios, y que seamos juzgados en este mundo o en otro, los primeros imputados serán quienes desatendieron a personas que los precisaban: niños, enfermos, ancianos... y justiciables. Por eso, los magistrados estarán entre los primeros sometidos a ese juicio final”.

Luego agregó: “Ante la indignación popular frente a tantas injusticias –que no debe confundirse con clamores de circo, porque la verdad no es democrática– muchas veces he experimentado el impulso íntimo de pedir “perdón, por ser jueza”, y simultáneamente orgullo por el sacrificio que implica serlo. “La calle reclama a jueces que asuman el papel de dioses, cuando son seres humanos falibles, esforzados pero no omnipotentes. La profesión de juez es insalubre y genera el estrés característico de todas las dedicaciones que cubren necesidades acuciantes, como la salud o la educación. “El riesgo de equivocarse es ínsito al ser humano. El Derecho no es Matemáticas. Lo importante radica en el empeño y la honestidad, que acerquen a las soluciones ‘más’ justas. Jamás podrá demostrarse que sean ‘las’ justas”. “Debe haber humildad jurídica –añadió–. La indemnización en dinero de daños morales es el único medio, del todo imperfecto, para compensar a las víctimas” “El juez que ordena indemnizar no puede resucitar el muerto, ni reinsertar un miembro mutilado. A la imperfección de dar dinero sin subsanar las lesiones, se adiciona el problema de qué suma fijar. Los interrogantes jurídicos se multiplican hasta el infinito. Para ser esclarecidos por personas finitas. “Lo único imperdonable, mucho más a los que teóricamente más saben, es la falta de humanidad” “No sólo evitar la ‘humana’ crueldad de quien, a diferencia de otros animales, mata sin necesidad de comer, sino además la desidia de quien no se interesa por los demás, sino en el éxito que puede lograr mediante su actividad (dinero, prestigio o poder)”.LEE TODO EN JUSTICIA CIEGA.

1 comentario:

LIBRA dijo...

Gracias, Tere. Esperamos que nos sigas visitando. Saludos.