Autor:Joaquín R.Martinez L.(blog
ALAALZADA)
Dentro de cien años, todos estaremos sensibilizados con la suerte del planeta. No volveremos a tirar por la ventanilla de nuestros vehículos los cigarros encendidos. No volveremos a pisar el parking de un restaurante Mac'Donald para luego arrojar en los contenedores un kilo de basura por persona.
Tampoco volveremos a mostrarnos indiferentes cuando nos anuncien las consecuencias de la última catástrofe natural. Nos importará entonces un bledo si las bolsas de Nueva York no dan buenos resultados y si -según los pronósticos- la economía mundial amenaza con irse a la ruina.
Nos cruzaremos de brazos cuando nos digan que el precio de los carburantes no cesa de subir.
Y nos reíremos por la competencia que nos hacíamos para ver quién manejaba el coche más caro, el coche más potente, el coche más rápido.
Y a cada paso que demos no se notará por dónde vamos, porque lo dejaremos todo limpio y como estaba.
Dentro de cien años, habremos aprendido a comportarnos con dignidad. Dentro de cien años, seremos ecológicos. No contaminaremos el aire con nuestros malos humos. No verteremos al mar nuestros despropósitos. No exterminaremos una flora y una fauna que tienen tanto derecho a existir como nosotros.
Dentro de cien años, comprenderemos (si bien, un poco tarde) que mejor hubiera sido haberse comportado como seres civilizados.
Porque tendremos hijos. Y nuestros hijos nos sucederán. Y nuestros hijos nos sobrevivirán.
Y dentro de cien años, se acordarán de nosotros. Se acordarán de sus padres y de lo que sus padres dejaron. Ese futuro de mierda que habremos dejado a nuestro paso.
Y escribirán manuales. Y escribirán ensayos. Y harán reportajes. Y saldrán en las pantallas viejas imágenes de nosotros comiendo hamburguesas, de nosotros matándonos en la carretera por ciertos desajustes con el alcohol, de nosotros haciéndonos la guerra fría, la guerra de guerrillas, la guerra de los insultos, la guerra de la competencia y de la economía salvaje de mercado.
Y pensarán que sus padres eran unos tontos y unos locos. Que los mismos que después de cien años iban a ser ecológicos jamás se pararon a pensar en lo que dejaban, en la mierda de mundo que dejaban a su paso.
Y si lo pensaron, solo ha sido para volverse más ruines, más egoístas, más rufianes, más sordos a lo que ya es un clamor del cielo. Pero de aquí a cien años, dudo mucho que el cielo se acuerde de nosotros.
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