¿Cuanto hace que estamos aquí?
Desde el '82, después de la última inundación. Algunas familias se fueron volviendo para el Chaco pero la mayoría nos quedamos acá. Y no porque nos guste. Ya son cinco años entre las vías del tren, mire como estamos. Ustedes vienen dos veces al año a preguntar, con los dibujos de nuestras taperas pero en seis meses esto cambia mucho, llegan nuevas familias, otras se van, los plásticos se vuelan, lo único que no cambia es nuestra pobreza y el desprecio de los vecinos de Empalme, apenas menos pobres que nosotros.
¿Ya estuvo por el barrio?
¿Preguntó? Claro, se quejan porque nosotros no pagamos la luz pero usted puede ver la luz que tenemos. Vea ese cable ahí, enganchado al poste y vea para que lo usamos, cuantas lamparitas hay en todo el asentamiento. Si no tenemos ni paredes casi, que luz vamos a gastar. Y el fuego se hace con bosta de caballo o maderas que recogemos por ahí, justo nosotros que nacimos después del gran fuego. ¿Sabe como fue? Hace mucho hubo un gran fuego que arrasó con todo. Cuando se apagó, de la tierra nacimos nosotros, los tobas, y lo primero que hicimos fue agarrar un trozito de brasa y así conservamos el fuego con la ayuda de Tannara. Pero ahora, casi nunca tenemos nada que cocinar. Pero usted viene con preguntas que para nosotros son difíciles de contestar, cuantos somos, cuanto ganamos, de que están hechas nuestras viviendas. Yo no llamaría viviendas a estos ranchitos, los hacemos como podemos, con lo que encontramos en la basura. Nosotros no tenemos muchas respuestas para darle, tenemos preguntas pero nadie nos quiere escuchar. ¿Sabe como llegamos hasta acá? Nos metieron en trenes de carga, en cajas de camiones, algunos llegaron a pie, vinimos con lo puesto y con lo puesto andamos. Nuestros trabajos no valen nada, no tenemos más tierra que la que juntamos en las patas, no podemos cazar más que tachos de basura para poder llevarnos algo a la boca, basura de un mundo que no es nuestro. Más allá de las vías, cruzando J.J.Paso, lo que recibimos es indiferencia y desprecio. Y también miedo. Pero cuando dormimos, volvemos por un rato a nuestras tierras, a escuchar el canto del tonolec, a soñar con sus plumas payé, a correr tras un yacaré, al bermejito, a sus orillas, a los pocos quebrachos que dejaron. A todo lo que conocemos. A todo lo que quedó tan lejos.(CHOLO)
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