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Todas las encuestas y sondeos de opinión constatan, una y otra vez, que la ciudadanía desconfía de la política y mas, si cabe, de quienes se dedican a ella. En honor a la verdad, debo decir que no me extraña. Ayer mismo supimos que José María Aznar ha sido “fichado” por Endesa como asesor externo con un salario anual de más de 200.000 dólares. La noticia ha saltado a los medios de comunicación cuando no se ha cumplido aún un mes de la contratación de Felipe González como consejero independiente de Gas Natural con una remuneración anual superior a los 126.000 euros, que podrían incrementarse en función de objetivos y asistencia a comisiones.
Todo un ejemplo de ética personal y coherencia política por parte de quienes exigen sacrificios a la ciudadanía para hacer frente a la crisis económica. No deja de ser una aberración que quienes nos imponen al reforma laboral, el despido aún más barato, la precariedad, la rebaja de los sueldos en la Administración, el recorte de prestaciones sociales y la ampliación de la edad de jubilación a los 67 sean, al mismo tiempo, quienes aceptan retribuciones de escándalo, sirviéndose de su paso por el Gobierno para hacer del tráfico de influencias toda una profesión. Azanar y González son las dos caras de una misma moneda como lo serán, en su día, Zapatero y Rajoy.
Hay razones fundadas para enfadarse con tanto abuso y tanto atropello por parte de quienes deberían defendernos. La democracia se ha pervertido hasta tal punto que en un mismo día escuchamos decir al presidente del Gobierno que habrá reforma del sistema de pensiones con consenso o sin él y horas después sabemos cuál será otra fuente de ingresos más para su compañero de filas, que si un día fue socialista hoy ni tan siquiera se acuerda de ello. Los consejos de administración de las grandes empresas “compran” a los politicos con sillones y a cambio les utilizan para controlar los resortes del poder, que quedan así en manos de quienes controlan el mercado y mandan más que las instituciones, los gobiernos y los estados. ¡Qué vergüenza!
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