sábado, 1 de marzo de 2014

Los holocaustos de la era victoriana tardía.

FUENTE
Mike Davis satisface un anhelo no menor de muchos científicos, integra y hace dialogar a una gran diversidad de saberes con el fin de describir y explicar un fenómeno de suyo complejo, la emergencia de un sistema mundo tripartito que perdura hasta nuestros días. Incorpora, como elemento novedoso, entre las muchas causas suficientemente analizadas, al ENSO2 y su estela de destrucción y muerte.
Sitúa su trabajo en un período de la historia con paisajes funestamente dependientes de los éxitos de la agricultura y de los vaivenes del mercado; bien saben los países del Tercer Mundo la tragedia ecológica que se puede derivar del consumo de recursos naturales específicos en los países desarrollados o del dumping ecológico. El relato comienza con una de las tantas epopeyas capitalistas, el viaje del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Ulises S. Grant y familia, en 1877, hacia ultramar. El autor destaca, aplicando una singular ironía, la forma como fue abordado el viaje por los periodistas norteamericanos, las rugosidades dialógicas entre los visitantes con las culturas residentes y las concepciones acerca del espacio que influyen en las conductas que despliegan los componentes de tan singular expedición. A ojos del lector aparecen similitudes con lo que en la actualidad acontece con aquellos turistas que más que visitantes se manifiestan como conquistadores de un proceso silente, continuo, que nunca ha dejado de ser.
Además, con un estilo inquisidor, Davis relaciona el viaje con los efectos catastróficos del ENSO en los territorios y sociedades que visita la comitiva presidencial; "...De hecho, las condiciones crecientemente espantosas a lo largo de márgenes del río [Nilo] no tardaron en romper el idilio de los Grant" (Davis, 2006: 14). No solo el escenario no era propicio, las colectividades reaccionaban, como ha de suponerse, ante el hambre y la incompetencia de la clase dirigente para dar solución a los problemas que les afectaban. Young, un periodista que cubría la expedición, con representaciones pietistas, informaba a la opinión pública norteamericana acerca del desastre bíblico que afectaba a Oriente, como una forma de que sus connacionales valoraran las bondades del terruño con que habían sido bendecidos y lo magno del viaje de uno de los miembros de su pueblo. No obstante lo anterior, el informante fue capaz de percibir el inadecuado trato que los conquistadores británicos tenían con los territorios y sociedades egipcia, china e hindú, que a su vez experimentaban la sequía más prolongada de la cual se tenía memoria.
Destaca en el análisis del autor, el optimismo de Grant acerca de las posibilidades que el ferrocarril (la tecnología) tenía para paliar estos escollos, lo cual se emparenta con la visión decimonónica referida a las virtudes de la tecnología como expresión del poder del ser humano para someter al mundo natural a las reglas de la vida moderna.
La historia secreta del siglo XIX.....SIGUE

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