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Fuentes y comentarios en inglés: http://benjaminfulford.net/2015/06/09/g7-helpless-in-the-face-of-mathematically-certain-bankruptcy/
Los líderes del Grupo de los Siete países industrializados o G7 están celebrando una reunión de emergencia en Alemania en un vano intento de evitar su quiebra inevitable. Los líderes hablan de Grecia, Ucrania, China, Oriente Medio y otros asuntos, como si de alguna manera todavía tuviesen el control. Los líderes tienen que entender que hay algo ahí fuera llamada realidad y que, no importa cuánto tiempo intenten evitarla, consigue alcanzarles. El hecho es que, con la excepción de Canadá, Japón y Alemania, los países del G7 y sus estados occidentales aliados han estado arrastrando un déficit con el resto del mundo durante los últimos 40 años. El hecho de que el mayor deudor de todos sea la Corporación de los Estados Unidos es el elefante en la habitación del que nadie habla.
El resto del mundo ha tomado una decisión colectiva de detener la financiación de estos gobiernos occidentales hasta que paren sus constantes llamadas al belicismo y su robo de recursos. Dado que el resto del mundo controla la mayor parte del dinero real (es decir, dinero conectado a objetos físicos) que controlan la realidad subyacente. Se puede comer pan, pero no se puede comer derivados o billetes de un dólar. Puedes intercambiar cosas reales como los coches o el aceite por arroz o trigo, pero si pierden la confianza de los demás, nadie va a cambiar sus pagarés por cosas reales. Los países del G-7, especialmente la Corporación de los Estados Unidos (en oposición a la República de los Estados Unidos), han logrado posponer lo inevitable con datos económicos fraudulentos, fondos para sobornos en paraísos fiscales y derivados que teóricamente valen cantidades astronómicas.
Sin embargo, ninguna cantidad de ceros añadida a los números astronómicos dentro de los bancos occidentales van a suponer ninguna diferencia, siempre y cuando estos ceros no tengan conexión con el mundo real.
Los chinos han insistido en el pago con cosas, como el oro, que existe en la realidad. El gobierno corporativo estadounidense ha empeñado su herencia familiar, pedido dinero prestados a amigos, robados y mentido hasta ahora para conseguir su próxima dosis de deuda, como si fuese un adicto rico que pasa por tiempos difíciles. Han robado el petróleo iraquí, el oro de África, los ahorros japoneses y cualquier cosa sobre la que pudieran poner sus manos. Sin embargo, ya que el PIB real de Estados Unidos se ha reducido en un 21,4% desde 2011, se está haciendo imposible para el gobierno corporativo de Estados Unidos para seguir pagando la bola de nieve de su deuda. La respuesta obvia es declararse en quiebra.
El problema es que quedan muy pocas personas vivas hoy en día que recuerden la última vez que un país europeo se declaró en quiebra. Ningún país anglosajón ha ido a la quiebra durante mil años por lo que los norteamericanos están mucho menos familiarizados con lo que realmente implica la quiebra.
Para aquellos de nosotros que fuimos testigos de primera mano de cosas tales como el colapso de la burbuja japonesa y la quiebra de Argentina, el futuro es más fácil de ver.
Vamos a comparar estos dos casos con lo que está sucediendo con el G-7 con el fin de predecir el futuro.
En el caso de Japón, la burbuja estalló en los años 1990-1992. El gobierno japonés sabía ya en 1992 que la deuda mala total era de 200 billones de yenes (cerca de 2 mil millones de dólares). Sin embargo, se reconoció en público sólo 3 o 4 billones de yenes. La empresa A pasaba su deuda mala a la empresa B quien se lo daba a la empresa C, cada una con un plazo contable diferente. Era como un individuo que con su tarjeta American Express paga su factura de Visa y luego utiliza la Visa para pagar su MasterCard y luego utilizar su MasterCard para pagar su American Express. Esta estafa compró tiempo.
Sin embargo, finalmente, algunas de las peores empresas ya no pudieron ocultar su bancarrota. Recuerdo entrevistar Kichinosuke Sasaki, presidente de la Togensha, una de esas empresas, a finales de 1990. Él era entonces el hombre más pobre del mundo, con un patrimonio neto de menos novecientos mil millones de yenes (aproximadamente – 90 mil millones de dólares). Llevaba un traje de seda que debió haberle costado decenas de miles de dólares cuando originalmente lo compró pero estaba bastante gastado y en mal estado cuando lo entrevisté. Me dijo que los banqueros le mantenían medios vivo con un subsidio miserable. Los banqueros no lo dejaron declararse en quiebra porque eso habría provocado un efecto dominó que hubiese conducido inevitablemente a la de los grandes bancos japoneses.
En el caso de Europa, Grecia está jugando el papel de Togensha. Si a Grecia se le permite declararse en bancarrota, los grandes bancos europeos tendrán que declarar su deuda griega en default y por lo tanto se ven obligados a admitir que también ellos están en deuda. No es extraño que los altos directivos de equipos como Deutsche Bank sigan dimitiendo. Nadie quiere ser el capitán de un barco que se hunde.
Sin embargo, la experiencia japonesa con la burbuja deja muy claro que posponer lo inevitable sólo aumenta el dolor total. Los griegos ya lo saben, ya que se ven obligados a desempeñar el papel de Mr. Sasaki, y ser exprimidos de todo lo que tienen para que sus banqueros pueden pretender que todo está bien. El ingreso promedio griego ha caído un 40% en los últimos cinco años, para que los banqueros puedan fingir que son solventes. Esto sólo va a empeorar hasta que Grecia se declare en quiebra.
Es mucho mejor declararse en quiebra que permanecer encadenado a la carga de una deuda impagable.
La bancarrota no tiene por qué ser algo malo. Lo primero que la gente tiene que entender es que lo financiero es algo espiritual o psicológico. Si Grecia va a la quiebra, las personas, edificios, fábricas, granjas, casas de playas, etc., no va a desaparecer. Lo único que cambiará es lo que las personas deciden hacer en el futuro con estos activos en el mundo real.
En el caso de Argentina, así como en el caso de Islandia, la declaración de quiebra fue un gran shock corto seguido de un rápido aumento de los niveles de vida. Las personas también fueron liberadas de las garras de los banqueros parasitarios.
Por supuesto, si Grecia va a la quiebra, finalmente, también lo hará el resto de los países que utilizan el euro.
Angela Merkel viajó recientemente a China y a Japón para pedir dinero, pero regresó con las manos vacías.
Puesto que no hay otra fuente de dinero lo bastante grande como para respaldar al Euro respaldado por los alemanes, el sistema financiero alemán también es probable que sea insolvente más temprano que tarde.
El resultado final será un regreso al marco alemán, al dracma y a otras monedas vinculadas a culturas históricas.
Ahora aquí hay algo para reflexionar. El edificio del Parlamento de la Unión Europea fue construido deliberadamente para asemejarse a la Torre de Babel. Esto se puede verse visualmente en este enlace:
IMÁGENES AÑADIDAS: http://deadlinelive.info/2012/11/26/fascism-rising-eus-new-tower-of-babel/
La historia de la Torre de Babel fue que finalmente se derrumbó y todos los diferentes pueblos se fueron cada uno por su lado. La nueva torre de babel se completó en 1999. La pregunta es, ¿sabían los planificadores con antelación que el proyecto de la UE estaba destinado a ir por el mismo camino que la Torre de Babel?
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