miércoles, 23 de mayo de 2007

El traje gris de la multitud.


Escena en una confitería.
Octavio Echevarría.
Ayer me encontraba en una confitería. Dos hombres se sentaron en la mesa contigua, uno de ellos, a quien denominaré "el hombre de traje" monopolizaba el uso de la palabra. Era un señor de unos 70 años, de buen nivel cultural y, me animo a decir, de un tranquilo pasar económico. Algunas de las cosas que estos hombres comentaban llamaron mi atención, pero sólo referiré una.
Un joven de, aproximadamente, 20 años, visiblemente aturdido por alguna droga se acercó a ellos y, supuse, le pedía alguna limosna. El chico quiso disimular cuando vio el ejército de mozos que se acercaba para echarlo del local, llamando "tío" al hombre de traje. Fue un vano intento. En menos de 10 segundos, se encontraba de nuevo en la calle.
Un mozo se acercó a la mesa y preguntó a nuestro hombre: "¿Lo estaba molestando?". No llegué a escuchar su respuesta, pero me atrevo a decir que no lo acusó directamente. Habiéndose ido el empleado de la confitería, comentó a su compañero: "Yo sé que hay pobres, yo sé que hay pobres; pero no tienen por qué molestarte". El comentario me indignó en principio aunque el hombre lo decía con dolor y pude ver que la suya, aunque despreciable, es no sólo una conducta posible en nuestras tierras, sino habitual; en la que todos los que podemos considerarnos de una clase media cultural, aunque empobrecida en lo económico, podemos vernos reflejados en alguna circunstancia, si somos observadores.
En estos días, un amigo mío mencionaba el libro de Stevenson "El extraño caso del Dr Jeckill y de Mr Hyde", y agregaba que "hide" en inglés tiene que ver con "lo oculto". Bueno, eso "oculto" es una sombra que acompaña a nuestra sociedad y a cada uno de nosotros. El secreto está en aprender a mirar y descubrirlo, revelarlo, echar luz sobre ello. Y luego ver qué hacemos con nuestra sombra, no olvidemos que Jeckill sólo exteriorizaba su lado oscuro sin actuar sobre él; eliminarlo simplemente, es eliminarse a sí mismo. Pero no viéndolo, seguimos negándolo. No hay mejor forma para eternizar las injusticias y ponerse "el traje gris de la multitud".

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