Hay un momento en que “algo” –no importa qué- pasa a ser nuestro “ex algo”; ese día sabemos, o deberíamos saber, que nuestro flamante ex no se va, se queda, de una u otra forma, muy cerca nuestro para siempre.
Ex es aquello que fue y ha dejado de ser; ya no lo es más y, en principio, no podrá volver a serlo. El ex se conforma como tal por abandono o renuncia. A veces simplemente el tiempo se encarga de volverlo ex, pero hay algo importante y tranquilizador: la muerte no entra en juego en esto. Para que haya un ex hay siempre una elección, una decisión, no intervienen el azar ni los dioses y eso vuelve más humana la cuestión. El ex es ex porque elige dejar de ser o porque simplemente lo separan del cargo, de su sitio.El ex es siempre presente. Desde el momento en que deviene ex, será ex para el resto de nuestra vida, nunca será pasado. Y eso es inquietante, porque si bien lo ex corresponde a nuestro pasado se cuela en nuestro presente para no dejar de ser. Lo dicho: el ex es, no fue. Por eso puede volverse tan conflictivo, tan pesado y tan cercano: siempre está. Una ex pareja, un ex deseo, un ex trabajo, una ex casa, un título de ex campeón.
Con los ex cada uno hace lo que puede: los desdibuja, los empaña entre el recuerdo desviado y los olvidos necesarios; los idealiza o los subvalora, pero casi siempre se los coloca en el lugar más inofensivo que nos permita construir lo que realmente es y vive en el hoy, lo que tenemos al lado nuestro en el presente. Porque después de todo también somos lo que fuimos al lado de / junto con / gracias a / a pesar de / durante / por culpa de todos y cada uno de nuestros ex.
Amalia Sanz
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