viernes, 12 de septiembre de 2008

¡ ADELANTE BOLIVIA,ADELANTE EVO!


Confieso que no comprendo la violencia estructurada en una mentalidad racista que desprecia lo propio y que sueña ser siempre un “patrón” que sea obedecido gracias al miedo que engendra aplastando –literalmente- a campesinos/as, indígenas, pobres de las ciudades y gente honesta de distintos estratos sociales que buscan un cambio profundo del país; destrozando medios de comunicación que tienen la “desfachatez” de no creerles y obedecerles; agrediendo a soldados del ejército sólo porque ya no son quienes defienden sus propiedades ni los obedecen cuando los llamaban para sus cruentos golpes militares o sus represiones al pueblo hace unos años atrás.

También confieso que no comprendo la mentalidad arribista de alguna gente, que procediendo de los sectores populares, se convierten en esos capataces que desde la colonia ejercitaban la violencia sobre sus propios hermanos y hermanas, como una manera de agraciarse con el “patrón” para ser aceptados en la sociedad dominante y ganarse alguna favorcito que les otorgue esperanza para el ascenso social. Como si la única manera de ser, fuera siendo como el “patrón” o siendo incluso más crueles que ellos. Así el “patrón” siempre queda limpio, sin mancharse, aunque sea quien dirige esa violencia sin límites de quien se cree dueño del país, de las personas, de sus recursos, de nuestra historia.

No comprendo, pero engendro (como diría Churata). Engendro, no solo sino junto a ese pueblo numeroso y creciente que cree que otra Bolivia y otro mundo son posibles. Me engendro también en medio de las profundas dignidades y orgullos de las personas que están soportando, resistiendo y enfrentado la violencia de los “patrones” que están dejando de ser porque el país quiere cambiar y de sus capataces que no abandonan su mentalidad colonial. Sí, dignidad es posiblemente lo que más se está engendrando estos días de violencia desenfrenada de las élites patronales del país.

1. La desesperación de quienes sienten que su feudo ya no es suyo.

Si de algo sirvió el referendum revocatorio del 10 de agosto, fue para mostrarnos un mapa político del país. Allí nos dimos cuenta, también por los datos numéricos que no son los únicos ni los mejores necesariamente, que el proceso de cambio que viene viviendo Bolivia está consolidando su apoyo en el conjunto del territorio nacional y que los bolsones de poblaciones contrarias a esas transformaciones se concentra principalmente en ciudades capitales de 4 de los 9 departamentos del país (Santa Cruz de la Sierra, Tarija, Sucre y Trinidad). Que había, y por supuesto que siempre habrá, gente contraria a ese proceso en otras regiones y sectores de los llamados departamentos “autonomistas” (falsa denominación ya que el modelo de autonomías también es parte del proyecto de cambio que incluso llega a proponer 4 regímenes de autonomías), pero que su fuerza se concentra principalmente en ciudades capitales y no en todo el departamento. Datos rápidos que sirven de comprobación es que el sí al gobierno y al proceso de cambio ganó en dicho evento electoral en 95 de las 112 provincias que tiene el conjunto del país. Que en Tarija el sí a este proceso ganó en 5 de las 6 provincias del departamento.

Que en Santa Cruz, si sacamos los datos de la provincia Andrés Ibáñez donde está la capital, el total de votación del resto de las 14 provincias le dio un triunfo al sí por el proceso de cambio. Así, podríamos seguir con otros varios ejemplos de esta pérdida de territorialidad de los “patrones” de siempre.

Lo cierto es que esos datos mostraron que el feudo de esos “patrones” (élites, logias y oligarquía), estaba yendo por otro rumbo. Que ni siquiera ya pueden hablar de media luna, porque es una media luna territorial tan llena de cráteres que ya no se puede sostener discursivamente a sí misma.

La mentalidad patronal de estos sectores, que se configuraron como clase dominante desde la colonia en todo el territorio boliviano, no puede admitir que

su feudo ya no es suyo. Que ya no pueden manejar a su antojo ese inmenso y maravilloso territorio y que apenas se pueden quedar en su casa de hacienda o en la casa desde donde miraban el saqueo permanente de los minerales, los hidrocarburos, la tierra, la goma o la castaña, como única forma de enriquecerse a costa del país y las mayorías: es decir, apenas se pueden quedar en las ciudades capitales de algunos departamentos y poco más. Su feudo está dejando de ser suyo.

2. La desesperación de quienes sienten que sus pongos ya no son tales: la dignidad de los “nadies” que hoy son más que nunca.

Los “patrones” también se acostumbraron a que el país les obedezca. Si los “patrones” de siempre decían que su saqueadora privatización era apenas una “capitalización”, el país y primero los medios de prensa, decían que sí. Si decían que necesitaban a las fuerzas armadas para asesinar al pueblo cuando éste salía a defender sus derechos o a demandar cambios, también sabían que las fuerzas armadas saldrían a obedecerles. Sabían que les bastaba alzar la voz, mostrarse que eran capaces de mucha violencia impune, que los pobres de siempre terminarían agachando la cabeza a pesar de sus muestras de valentía. Es la lógica del patronazgo: golpear, amenazar, alzar la voz, violentar sin límites para garantizar obediencia.

Pero los y las “nadies” o los/as ninguneados/as se sobreponen al miedo y engendran vida. Toman poco a poco los centros del poder urbano, antes prohibidos, y los toman a través de la fiesta, de la movilización, del ejercicio del poder para redistribuirlo entre los/as excluidos/as de antes. La gente ya no es pongo, su dignidad le desborda y mira de frente. Ya no agacha la cabeza porque sabe que la historia es suya, que es posible cambiar el país, que otro mundo es posible. La gente, engendra este cambio que no es obra de ningún gobierno solo, sino de múltiples actores y sujetos de un pueblo que crece en orgullo y dignidad, que se mira al espejo y al fin se reconoce y se sabe que está para torcer la historia, para superar el miedo, para seguir haciendo brotar otras vidas.

Los “patrones” saben que su meter miedo cada vez asusta menos y se horrorizan de ellos mismos, de su creciente soledad, de su desamparo, de sus propios engendros de capataces que poco a poco les cobrarán la violencia en la que les metieron. Creo que también les asusta la mirada de los niños y niñas, por eso también los golpean en Santa o Tarija cuando atacan a campesinos o indígenas. ¿Les asustará las miradas de sus hijos e hijas?

3. La desesperación de quienes saben que ya no tienen proyecto de país y por eso quieren fragmentar el poder

Otro elemento clave de los datos del referéndum revocatorio del 10 de agosto es comprobar que esos patrones que se extreman en la violencia no tienen proyecto de país. Consiguieron ratificar 4 prefectos (perdieron 2 en dicho acto electoral), pero en contrapartida también creció en “sus” territorios el apoyo al proceso de cambio. El sí al proyecto de cambios sólo no supero el 50% en los departamentos de Beni y Santa Cruz, aunque en éstos supero el 40% de apoyo y marcó un máximo histórico de apoyo respecto a otras elecciones. Es decir, el proyecto de cambio crece y se expande en todo el país. Por el contrario, la derecha radical y violenta, los “patrones”, no lograron penetrar en los departamentos de mayor apoyo al proceso y pierden territorios en “sus” departamentos.

Ya no hay país detrás de ellos, sólo bolsones aglutinados en algunas ciudades y poco más. Tampoco tienen proyecto para el conjunto del país y por eso se refugian en discursos regionalistas. Saben que su fortaleza regional (o más bien en sectores de su región), les hace perder el apoyo del resto del país. Se cierran para hacerse fuertes, pero al mismo tiempo se debilitan en el país.

Al saber que ya no pueden gobernar el país, ejercen violencia para fragmentar el poder, para quedarse con un feudo más pequeño. No les interesa el destino del país, les preocupa garantizar sus contratos de saqueo con las transnacionales, su concentración de la tierra en grande latifundios de cientos de miles de hectáreas, su distribución logiera de las empresas y entidades del estado, su saqueo incesante de nuestras riquezas. Por eso se anclan en nuevos poderes centralizados en los departamentos, no aceptan procesos de autonomías más amplios y democráticos como los considerados en la propuesta de Nueva Constitución Política del Estado.

Sí, estos sectores no están defendiendo a sus regiones. Tampoco les interesa el país. En realidad, nunca les interesó. Sólo defienden sus intereses económicos y su profunda mezquindad. Hablan de dividir el país, en realidad quieren fragmentar el poder para seguir siendo “patrones”, aunque sea de un territorio más pequeño. Renunciaron al país, sólo quieren seguir garantizando sus privilegios de saqueo.

4. La desesperación de quienes se saben aislados internacionalmente

Los “patrones” cuando no podían gobernar el país, a pesar de su prepotencia y su violencia, recurrían al contexto internacional para mirar la tendencia del mundo y decir, que aunque la cosa no esté bien (y eso era casi siempre), el mundo nos dice que no hay otro camino. En último caso siempre tenían al gobierno, la CIA y el dinero de los Estados Unidos para resolver los “conflictos internos”. Pero el mundo, especialmente el de Sud América, también decidió ser otro y está luchando para ello.

El pueblo boliviano, a diferencia de los “patrones”, no está solo. Muchos pueblos y personas muestran su solidaridad con ese proceso de cambio. Se enfrentan de distintas maneras a ese racismo de corte fascista. Los gobiernos de los países vecinos, en su mayoría, ya no son los de antes, hoy también hacen caminos de dignidad y se fortalecen los lazos entre los pueblos del sur, buscan otros caminos más allá del neoliberalismo, se desprenden de las ataduras de los organismos internacionales y del gobierno de Estados Unidos.

En mayor o menor medida gobiernos hermanos como el Ecuador, Brasil, Venezuela, Argentina, Uruguay, Chile y próximamente Paraguay, contribuyen a un aislamiento de los patrones y su creciente soledad en su casa de hacienda o en su refugio de poder minero, en es esas pocas cuadras de algunas ciudades. No son sólo gobiernos, sino pueblos y eso es más importante.

Se están quedando solos y les queda únicamente el gobierno republicano de Estados Unidos, con un embajador que conspira abiertamente, que se da el lujo de “visitar” a los prefectos “patrones” y que es experto en dividir países como lo hizo en los Balcanes europeos. Pero también el gobierno de Estados Unidos ya no es el “patrón” de antes, pierde su patio trasero, gran parte de Centro y Sud América ya no son obedientes pongos de ese que se cree dueño del mundo.

5. La violencia como forma de desesperación porque el país se les va de las manos o crónica de una derrota creciente

La violencia sin sentido, la violencia como marca racista y excluyente, la violencia ejercida no como defensa sino como ataque alevoso es expresión del miedo que tienen los “patrones” porque el país se les va de las manos, porque el escenario político los está aislando, porque se siente el aroma de la derrota de su proyecto de saqueo del país para beneficio propio. La violencia es la actitud desesperada de quien se sabe cada vez más solo.

La violencia es la forma de ser del “patrón”, sin ella no son nada. Lo demás es solo discurso. Hablan de democracia los que no quieren que el pueblo decida mediante el voto la aprobación o no de la Nueva Constitución. Hablan de libre expresión los que atacan y destrozan medios de comunicación. Hablan de centralismo los que siempre vivieron de la centralidad del poder político y económico. Hablan de autonomía los que no creen que el pueblo pueda autogobernarse e impiden otras formas de autonomías. Hablan de institucionalidad quienes saquean bienes del Estado. Hablan de defensa regional quienes tienen su propio patrón en Washington o en las oficinas de las transnacionales.

Solo el discurso de la violencia es el que saben hablar los “patrones”. El engendrar la vida y permitir el brote de una diversidad más equitativa y justa le corresponde a ese pueblo, a esas personas de todos los departamentos, de todas las culturas, de todos los estratos sociales que dignamente creen y construyen otra Bolivia, esa que sigue tercamente siendo y estando, cada vez un poquito más…

“Es que ser es nacer” (Gamaniel Churata). Estamos siendo, estamos naciendo, estamos renaciendo con los dolores de parto, pero con la alegría de la nueva vida que brota de la vida que ya existe…".

MARIO RODRIGUEZ,Fuente INDYDEDIA(INDY LA PAZ)11 de septiembre 2008

............................................................................
DATO APORTADO POR CARLOS VIGHI
Hay un autor que se llama Manuel Scorza que escribio una serie de libros imperdibles sobre la opresión de los terratenientes en Perú a las comunidades indígenas y se hace extensible a sudamerica toda, yo tengo algunos y son buenisimos.
Algunos titulos son Redoble por Rancas, El jinete insomne, El cantar de Agapito Robles etc

No hay comentarios: