domingo, 5 de diciembre de 2010

Los viejecitos tiernos fueron feroces

Imagen Videla joven
Imagen videla viejo

Foto collage T. Marin: General Videla antes y ahora.El mismo asesino más viejo.No es el único,hay muchos más.

Por más viejecito que sea un culpable de crímenes o de acciones atroces, mientras esté vivo debe dar cuenta de los muertos que se amontonan en su historia. Así como se exhuman cadáveres para exhumar pruebas que descubran a sus matadores, así se exhuman culpables escondidos tras los expedientes o tras la burocracia judicial distraída y cómplice. Y aún con la anuencia de parte de una sociedad elusiva y absuelta inmerecidamente consigo misma. Los grandes medios y grandes modelos de la prensa también se autoindultan del pasado aprovechando la corriente. Lo que hoy sucede en la Argentina es la consecuencia de un sarcófago cerrado largo tiempo, pero latente en su reclamo de ser abierto porque contiene algo que lo excede y no se soporta. Entonces se abre y de él salen viejos y nauseabundos aires descompuestos. No nos gusta respirar esos aires. Es entonces que por ahí se plantea esa duda acerca de si el olvido no es mejor remedio que el recuerdo. O si atrapar tardíamente a represores y torturadores- que fueron jóvenes cuando desencadenaban el espanto y que hoy son apenas un retazo de vida sin peligro- no es una venganza en lugar de justicia. Casi un centenar de acusados o culpables de torturas y genocidio- Etchecolatz, Von Wernich, Videla, Bussi están presos sea en cárceles o en sus casas; pero asistidos como abuelitos en mérito a su ya larga edad.
El reactualizado ex coronel Sarmiento es el padre de la jueza que se afamó con el escándalo Redrado, y que siguió extrañamente el oficio de ejercer el Derecho y la Justicia que su padre abolía. Hoy el coronel está en esa etapa en que la vida le vive cada vez más despacito. Pero hace treinta años era él quien cancelaba con picana o con balas la continuidad de otras vidas.
Cualquier ser humano no hecho de hielo siente alguna compasión por un viejecito inerme. Y por más que se imaginen su rostro y su maldad cuando era joven, prevalece la lástima ante su situación de ocaso y de caída. También Ernestina Herrera de Noble, con sus años vulnerables y en vísperas de ser abuela puede producir una reacción piadosa. Pero no surge de ella ninguna compasión cuando apela a su poder y a argucias judiciales para ampararse de sospechas o de culpas. Por eso no viene mal hacer un ejercicio al revés ante las viejecitas o viejecitos en trance de pagar por delitos. Nadie quisiera dañarlos físicamente. Solo se quiere no dañar históricamente a los que los culpables impidieron seguir siendo jóvenes, o a no ser jóvenes de identidad genuina. Porque recién mucho después del padecimiento de aquellos que nunca llegaron a viejos, viene este coronel viejecito cargado de crímenes. Y más de treinta años después del robo de niños y del borramiento de sus identidades, viene la hoy abuelita Herrera de Noble. La edad por si sola no limpia las almas desalmadas. Las victimas muertas no envejecen y las víctimas vivas no dejan de seguir doliéndose. Hay que tener cuidado con permitirse la piedad etárea o de senectud, sin anteponer la impiedad original de los culpables.
Los derechos humanos nunca son inhumanos.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 22 de Marzo de 2010 en Radio del Plata.

http://orlandobarone.blogspot.com/2010/03/los-viejecitos-tiernos-fueron-feroces.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que es un buen puesto. Me encanta la lectura de estos tipos o artículos. Puedo? Esperar a ver lo que otros tienen que decir.