domingo, 15 de julio de 2012

Apuntes discontínuos: Cuando el hilo se corta por lo más grueso

(Argentina) Autor: Gustavo Rosa.
Un desperdicio de espacio. De mucho espacio. Eso es verdaderamente una cadena nacional. Encima, como pierde algunos puntos con el canal de la competencia, apela a la baratija más retrógrada para llamar la atención. Y eso que el rating lo mide un aliado, que dibuja los números a su antojo. Pelucas, tacos, gestos forzados, torpeza exagerada y, como siempre, mucho bullicio y griterío. Que muchos se ofendieron y con razón, no le quita patetismo a la escena. Tal vez no estaba en la intención ofender a nadie, aunque ofenda a su público todos los días con lo embrutecedor de su sello. Su extemporaneidad ofende. Y su angurria, que lo conduce a no tener límites, también. Pero no es el único que se disfraza. Moyano se puso el disfraz de opositor y quedó peor que con el que tenía antes. Scioli no decide con qué traje quedarse y, ante la duda, se pone todos. Y los evasores se disfrazan de víctimas y perseguidos y hay un coro que los apaña. Los dueños de las agencias cambiarias protestan porque cada vez tienen menos actividad y no saben de qué disfrazarse. Mientras en nuestro país muchos se quejan de llenos, en el Primer Mundo hay muchas razones para quejarse, pero sólo una es la más contundente: han sido estafados por los que siempre ganan.
Desde hace un tiempo, los periodistas opositores al Gobierno Nacional protestan –airados- por el uso que hace La Presidenta de la Cadena Nacional. Un poco confunden. No siempre habla por cadena. Algunos actos son televisados por los canales informativos pero por decisión propia. La Cadena Nacional se anuncia y se puede constatar en los canales de aire. O son brutos o son malos. En otros tiempos, cuando los presidentes hablaban por cadena nacional, los ciudadanos nos preocupábamos. Y si hablaban los ministros de economía, que eran más importantes que los propios presidentes, la presión arterial alcanzaba récords de cotización en la bolsa y la taquicardia marcaba variados ritmos de jazz. La cadena nacional agregaba dramatismo al drama cotidiano de las continuas crisis. Entonces nadie se quejaba porque cada discurso presidencial era el anuncio público de la derrota del poder político en manos del poder económico. Los discursos presidenciales eran una claudicación y provocaban más angustia en los ciudadanos y cuantiosas ganancias para los poderes fácticos. Como hoy no pasa nada de eso y cada anuncio es un triunfo de la política sobre la economía, como nadie se angustia ante un discurso presidencial, los carroñeros de siempre protestan y tratan de instalar un clima de adoctrinamiento. “La cadena nacional la pagamos entre todos”, dicen, con tono inteligente. En realidad, TODO pagamos entre todos, desde las cosas públicas hasta las cosas privadas. Hasta las grandes fortunas que disfrutan unos pocos las generamos entre todos. Acá y en cualquier parte del mundo....(sigue leyendo en   Apuntes discontínuos: Cuando el hilo se corta por lo más grueso:

1 comentario:

gem dijo...

muy bueno, hay que pasarlo a todos, la VERDAD QUE CUANDO HABLA cRISTINA, NO QUIERO PERDERME LO QUE VA A ANUNCIAR, ES MÁS NOS AVISAMOS ENTRE AMIGAS, qué Presidenta extraordinaria!