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AUTOR: Susanna Böhme-Kuby, 27 de febrero de 2006
Traducido por Traducido por Vicente Romano
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Italia pertenece a la zona de influencia política usamericana desde 1945. Desde entonces, esta pertenencia marca el desarrollo del país, limita su soberanía, obstaculiza la democracia, y a lo largo de decenios la península se ha convertido en el baluarte militar más importante de los EEUU en el Mediterráneo. Los EEUU disponen de 113 bases militares en la bota; poseen 1546 edificios y tienen alquilados otros 1168. La red se extiende desde Sigonella, en Sicilia (flota), hasta Aviano, cerca de Vicenza (aviación). Desde aquí partieron desde 1991 las intervenciones militares (Guerra del Golfo, Yugoslavia, Afganistán, Iraq); los cazabombarderos volaron sobre Venecia y las playas del Adriático. En septiembre de 2006, la 173 brigada usamericana y sus seis batallones que antes estaban parcialmente estacionados en Corea, se reunió en un grupo de combate compuesto de unidades móviles. En los municipios alrededor de Aviano, donde están estacionadas las tropas, los 20.000 soldados equivalen ahora a otros tantos habitantes. La nueva estructura requiere una ampliación del cuartel general estratégico de Vicenza. En los terrenos del aeropuerto civil sin usar Dal Molin se ha planeado una nueva colonia para 3.000 militares, una ciudad dentro de la ciudad, a escasos dos kilómetros del centro de Vicenza (patrimonio cultural de la humanidad). El gobierno usamericano quiere invertir en ella unos 300 millones de dólares. A las constructoras italianas que se presentan al concurso se les hace la boca agua desde hace meses. Los propietarios locales de casas que alquilan viviendas privadas a los familiares de los soldados usamericanos a precios de Venecia no se oponen al plan.Pero desde hace meses se alza la protesta de muchos habitantes, del movimiento por la paz y de los partidos de izquierda locales, en contra de sus diputados de Roma. Ni siquiera se notó una manifestación de 30.000 personas en enero, porque coincidió con un bloqueo informativo (pues la discusión del convenio entre periodistas y editores sobre la que informó Ossietzky en el cuaderno 20/06 no se había cerrado aún). En Roma se debatía entonces la financiación de la intervención en Afganistán, que de acuerdo con las normas del lenguaje oficial no es militar, sino humanitaria. El gobierno de Prodi la quiere prolongar con los 1900 soldados actuales como “Acción policial bajo dirección europea”.
El reñido presupuesto de Prodi para 2007 prevé un incremento del 13% en la partida militar, mientras que todas las demás partidas sufren recortes decisivos. Tan sólo el nuevo Joint Strike Fighter (F35) se va a tragar en los próximos diez años 30.000 millones de euros. Las empresas de armamentos a las que afluirán los beneficios argumentan, como de costumbre, con los puestos de trabajo que se crearán o asegurarán así. El gobierno Prodi justifica su aprobación de Dal Molin remitiéndose “al necesario cumplimiento de las obligaciones existentes aprobadas por el gobierno de Berlusconi”. Estas palabras deben justificarlo todo.
En el ampuloso programa con que se ha presentado el gobierno y al que siempre se remite la coalición, no se menciona en absoluto Afganistán; la retirada de Nassiriya (Iraq), efectuada a fines de 2006, la había anunciado ya Berlusconi. A pesar de todo, en la página 111 del programa se dice: “Tenemos que redefinir los derechos de soberanía militar que están en nuestro país…, en consonancia con la protección de los intereses nacionales y los intereses igualmente legítimos de la población local.” También deben retirar los EEUU sus armas atómicas estacionadas en Aviano y Ghedi, pero el gobierno no hace hasta ahora nada para ni siquiera entablar negociaciones con los EEUU. Muchos esperaban un cambio de opinión en la política exterior y precisamente por eso votaron la coalición de Prodi. Pero se baja los pantalones una vez tras otra, al precio del fracaso. Sólo esta perspectiva mantiene a sus desiguales socios. Una encrucijada. El comentario de Prodi a la resistencia de Vicenza de que el problema no es nada de político sino a lo sumo “urbanístico” repercutió en su arrogancia como una bofetada a los electores que lo habían aupado al puesto. El gobierno se asusta de plantear la cuestión de soberanía militar (servitù militari). Hasta ahora, ni el Gobierno ni el Parlamento tienen capacidad de decisión sobre las acciones militares de los EEUU que parten del territorio nacional de Italia y, con ello, involucran automáticamente a la población local en las guerras usamericanas. Por consiguiente, Italia no es de facto un estado soberano. Esta situación se deriva de la época bipolar de la posguerra, cuando en Europa Occidental campaba el fantasma de la amenaza militar de Oriente. Cuando el supuesto peligro se disolvió después de 1989, no siguió, por ejemplo, la disolución o limitación de
La pancarta más divertida de la manifestación del 17 de febrero en Vicenza contra la base militar Dal Molin. Basi significa bases en italiano pero besos en veneciano:”Besos sí pero con la lengua”, proclama el grupo Rexistensa Veneta. Susanna Böhme-Kuby es alemana y enseña historia de la lengua alemán en la universidad de Udine (Italia). Es corresponsal de la revista Ossietzky Traducido del alemán por Vicente Romano, miembro de Tlaxcala, la red de traductores para la diversidad lingüística.Esta traducción es copyleft para cada uso non-comercial : se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente. URL de este articulo : http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=2158&lg=es |
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